En el marco de los paneles “Explorando el Futuro” Tendencias y Tecnologías sobre Energía, Cambio Climático y Desarrollo para Chile, el experto de la Agencia Internacional de Energía, Luis Munuera, reflexionó sobre los desafíos que se plantean en energía para visualizar un futuro global bajo en carbono.
En esta mirada, el rol de las energías renovables, su contribución e integración, son puntos clave: “Es el tener una planificación holística del impacto que pueden tener las renovables en los sistemas actuales para construir el futuro”, dice. Lo primero, es contar con las herramientas adecuadas para valorar la contribución que realizan las distintas fuentes a los sistemas y luego, planificar favoreciendo estos sistemas de energía.
“Es necesario realizar un análisis de cuáles son los recursos y dónde están, qué necesidades de transmisión y distribución se plantean y cómo mejorar la integración de la demanda en los mercados. Eso lo vemos hoy en muchos mercados emergentes, pero tiene que ser un elemento fundamental de la transformación”, añade.
Las ERNC han disminuido sus costos y su importancia es creciente. Por ello, deben diseñarse mercados que permitan una mayor integración y competencia directa entre estas tecnologías con el resto del sistema y, al mismo tiempo, incentivar la inversión en tecnologías bajas en CO2, en la medida que aumenta su despliegue.
“La buena noticia es que ya existe una gran cantidad de conocimiento acumulado al que pueden recurrir los países con ambiciones de aumentar la penetración de estas energías”, sostiene el experto.
La integración de la demanda instruye la transformación desde modelos centralizados con consumidores pasivos, a una mayor participación a lo largo de toda la cadena energética. “Esto incluye planificar políticas e infraestructuras en torno a los consumidores a nivel de ciudades y localidades, regional y nacional, para poder maximizar la contribución y minimizar costes de la generación renovable y distribuida, el almacenamiento de electricidad, o el transporte urbano, incluyendo la integración de un creciente mercado de vehículos eléctricos”, explica Munuera.
En tanto, particularmente en el sector industrial, afirma que será necesario el despliegue de la captura y almacenamiento de carbono (CAC), con aún muchos espacios para crecer.
Considerando que cada país y región tienen distintas realidades ¿Es posible elaborar políticas globales en integración energética?
En muchos aspectos, es posible y muy beneficioso. Ya existen una gran cantidad de foros de diálogo en política energética global, tradicionalmente más orientados a la seguridad energética. A la vista de la transformación necesaria y acelerada hacia sistemas menos intensivos en carbono, será importante acelerar la transferencia de tecnologías y fortalecer el intercambio de conocimiento.
Un ejemplo a corto plazo es fortalecer la regulación global en estándares de tecnología, particularmente en los campos de tecnologías de redes inteligentes o almacenamiento energético, donde la falta de estándares dificulta la expansión de estas soluciones. En general, esperamos que muchos de estos marcos internacionales se refuercen y que puedan surgir otros nuevos tras las negociaciones de la COP en París.
Considerando el cambio climático y los fenómenos que provocan en el mundo ¿Qué factores determinarán la producción y uso de las energías a futuro?
Conforme aumente la presión climática, la necesidad de tomar la iniciativa aumentará. Lo crítico será la acción temprana, que no pasa únicamente por superar retos tecnológicos. De hecho, el factor fundamental será la capacidad de los gobiernos y las compañías para acelerar la innovación en mercados y tecnologías para adaptarse a estos cambios. El reto de mitigar las emisiones de CO2 a tiempo está poco a poco dejando de ser tecnológico, y pasando a ser humano.
¿Cómo pueden prepararse los países para enfrentar estos desafíos?
En primer lugar, dotarse con fuertes herramientas de planificación, capaces de valorar la contribución de nuevas tecnologías a todo el sistema. En segundo, implementar métodos operacionales, regulaciones y políticas basadas en las mejores prácticas internacionales, que hagan uso de las innovaciones en estructuras operativas, de mercado, planificación y tecnológicas que están emergiendo en países que han avanzado significativamente hacia la descarbonización.
Ya en tercer lugar, adoptar una estrategia holística, integrada y a largo plazo de inversión en infraestructura energética, desde el transporte de energía a la integración de la demanda. En este sentido es importante integrar a los consumidores en la transformación desde un principio, desplegando medidores inteligentes y aumentando los programas de educación en el buen uso de la energía.
Finalmente, los países deben asegurar su presencia en foros internacionales donde compartir mejores prácticas.
¿Cómo ves a Chile y el impulso que el Estado ha dado a las energías renovables no convencionales?
Chile cuenta con recursos eólicos y solares de categoría mundial, una geografía y distribución de recursos y demanda particulares, y unas necesidades de transporte eléctrico también singulares. El impulso en ERNC es en este sentido muy positivo, y Chile tiene una oportunidad única para reducir los costes energéticos para su sociedad, y, con una continua planificación y políticas eficientes, ser un ejemplo de integración de altos niveles de renovables a bajo coste.