Según indican las Naciones Unidas, si no se adoptan medidas o se continúa actuando de la misma forma, las emisiones totales de gases de efecto invernadero del mundo seguirán aumentando en los próximos años, con una temperatura que podría elevarse hasta 6,4 °C en este siglo.
En lo práctico, cada día nos sorprendemos con máximas que se alzan por sobre lo esperable en pleno invierno, la sombra de una mega sequía en la zona central de Chile, aluviones devastadores en la Región de Atacama y más de 3.000 muertes provocadas por olas de calor al otro lado del mundo, en India y Pakistán.
Muchos de estos fenómenos se estiman asociados al cambio climático. Años atrás, la discusión estaba planteada en si existía el fenómeno como tal y si tenía relación con la acción del humana. “Hoy existe un acuerdo transversal de que es así y es nuestra responsabilidad y urgencia hacernos cargo de mitigar los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, considerando que el aumento de la temperatura del planeta es relevante y afecta la calidad de vida de las personas”, indica Paulina Calfucoy, integrante del Equipo MAPS Chile.
A juicio de Hernán Blanco, líder del Proceso de MAPS Chile, es bastante evidente que los eventos extremos locales (como la contaminación del aire de las ciudades y la sequía) están relacionados con los fenómenos complejos del clima global. Por otra parte, tiende a ocurrir que los eventos extremos locales tienen más importancia en la población que los globales. “Que tengamos el semestre más seco del que se tiene registro o el mes mayo y junio más caluroso de hace mucho tiempo, desgraciadamente, pasa más desapercibido que el aire que respiramos cada día en Santiago y en las principales ciudades del país”.
Chile en el escenario mundial
En un año en que el país se encuentra en el proceso de definición de sus obligaciones vinculantes de reducción de emisiones hacia a la vigésimo primera Conferencia de las Partes (COP21) de la CMNUCC que se realizará a fines de año, MAPS Chile aporta con información de valor, explorando opciones de mitigación para contribuir a un desarrollo bajo en carbono. Gran parte de esos insumos están contenidos en la presentación de resultados de resultados de Fase 2, con cerca de 100 medidas de mitigación en escenarios que agrupan a los sectores productivos del país.
En el escenario global, las emisiones de GEI Chile (situadas entre 0,25% y 0,3% de las emisiones mundiales) son menores respecto de gigantes como Estados Unidos y China que, según se estima, llegan a sumar 40% de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Sin embargo, el compromiso está instalado en una visión de futuro que permita equilibrar la reducción de emisiones con el crecimiento y la reducción de la pobreza.
“Chile es un emisor pequeño, pero en crecimiento debido a los procesos de desarrollo que vive como sociedad. Se asume la responsabilidad de mitigar, considerando que también somos vulnerables a los efectos que provoque el cambio climático”, comenta Paulina Calfucoy.
Según indican las Naciones Unidas, la acción es más barata que la inacción. “El costo de estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero a niveles bajos tiende a ser comparable, o inferior, al costo de la inacción”, sostiene en su apartado de cambio climático y economía.
En tanto, se advierten otros beneficios económicos. MAPS Chile generó evidencia a partir de un modelo de equilibrio general acerca del impacto macroeconómico de la implementación en distintos escenarios y planteó como resultado que en el mediano y largo plazo la ejecución de medidas de mitigación genera shocks de productividad.
“Es decir, se produce una oportunidad en términos de eficiencia, con impacto en el crecimiento económico y la generación de empleo. Si bien mitigar puede implicar un gasto en inversión que hay que hacer para generar cambios e incorporar tecnologías más limpias, en el mediano y largo plazo se presenta una opción de desarrollo más limpio, con economías más eficientes”, indica Paulina Calfucoy.
Tecnologías, desarrollo, seguridad y eficiencia son factores que hoy pueden inclinar la balanza hacia un compromiso mayor. Ese mismo que tendrá que presentar Chile a fines de año, en la conferencia mundial COP21 que cambiará la forma en que se construye el futuro bajo en carbono de todo el planeta.